Los tardígrados puede pasar 30 años sin comer ni beber, soportar temperaturas de 150ºC y sobrevivir en el espacio
Bajo
el microscopio, estas criaturas parecen unos osos de gominola,
hinchados y blanditos como una escultura de Jeff Koons. No se deje
engañar por su aspecto simpático, tiene ante sí a un ser prácticamente indestructible.
Cuando el Sol muera para convertirse en una gigante roja y hiervan las
aguas de los océanos, algo que ocurrirá irremediablemente dentro de
miles de millones de años, los pequeños tardígrados serán los únicos testigos del fin de mundo.
Estos seres diminutos de ocho patas y 0,5 mm de longitud, también llamados osos de agua por su aspecto y su curiosa forma de moverse, tienen las cualidades suficientes para, según una investigación publicada por las universidades de Oxford y Harvard, convertirse en la última forma de vida en la Tierra. Es más, los científicos creen que podrían estar aquí hasta 10.000 millones de años, hasta que el Sol les achicharre tras la desparición de los océanos.
Aunque un asteroide como el que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años impacte de nuevo contra nuestro planeta, los tardígrados no se inmutarán. De hecho, ningún cuerpo espacial conocido que pueda entrar en nuestra órbita tiene la fuerza suficiente como para acabar con ellos. De igual forma, podrían sobrevivir a explosiones de supernovas o rayos gamma, demasiado lejanas para arrasar el planeta.
El motivo es la extraordinaria resistencia de estos organismos, que se encuentran en el agua de casi cualquier lugar, ya sean montañas, mares, selvas o regiones polares. Pueden vivir hasta 60 años y pasar la mitad de ellos sin comer ni beber. En 2016, un instituto de investigación japonés anunció que había sido capaz de «resucitar» con éxito a un oso de agua que había pasado 30 años congelado, todo un récord. Al parecer, estos microanimales son capaces de entrar en estado de criptobiosis, un proceso por el que detienen o reducen todos sus procesos metabólicos hasta que las condiciones medioambientales retornan a la normalidad. Esta capacidad de deshidratación les deja «como muertos» durante años. Ese ejemplar en concreto «dormitaba» a menos de 20º bajo cero, y eso durante décadas.
La resistencia de los tardígrados sugiere a los científicos que la vida es más dura de lo que parece, y que quizás otros organismos parecidos pueden estar desarrollándose en otros mundos donde hasta ahora nos parecía, sino imposible, harto complicado. «La historia de Marte indica que una vez tuvo una atmósfera que podría haber albergado vida, aunque bajo condiciones extremas. Los organismos con tolerancias similares a la radiación y la temperatura a los tardígrados podrían sobrevivir a largo plazo por debajo de la superficie en esas condiciones», señala Abraham Loeb, presidente del departamento de Astronomía en la Universidad de Harvard. De igual forma, los océanos subterráneos que se cree que existen en Europa, luna de Júpiter, y Encélado, satélite de Saturno, podrían tener condiciones similares a los océanos profundos de la Tierra donde también se encuentran los tardígrados.
Los osos de agua, en definitiva, son un ejemplo de que la vida puede aferrarse a las condiciones más difíciles.
Estos seres diminutos de ocho patas y 0,5 mm de longitud, también llamados osos de agua por su aspecto y su curiosa forma de moverse, tienen las cualidades suficientes para, según una investigación publicada por las universidades de Oxford y Harvard, convertirse en la última forma de vida en la Tierra. Es más, los científicos creen que podrían estar aquí hasta 10.000 millones de años, hasta que el Sol les achicharre tras la desparición de los océanos.
Aunque un asteroide como el que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años impacte de nuevo contra nuestro planeta, los tardígrados no se inmutarán. De hecho, ningún cuerpo espacial conocido que pueda entrar en nuestra órbita tiene la fuerza suficiente como para acabar con ellos. De igual forma, podrían sobrevivir a explosiones de supernovas o rayos gamma, demasiado lejanas para arrasar el planeta.
El motivo es la extraordinaria resistencia de estos organismos, que se encuentran en el agua de casi cualquier lugar, ya sean montañas, mares, selvas o regiones polares. Pueden vivir hasta 60 años y pasar la mitad de ellos sin comer ni beber. En 2016, un instituto de investigación japonés anunció que había sido capaz de «resucitar» con éxito a un oso de agua que había pasado 30 años congelado, todo un récord. Al parecer, estos microanimales son capaces de entrar en estado de criptobiosis, un proceso por el que detienen o reducen todos sus procesos metabólicos hasta que las condiciones medioambientales retornan a la normalidad. Esta capacidad de deshidratación les deja «como muertos» durante años. Ese ejemplar en concreto «dormitaba» a menos de 20º bajo cero, y eso durante décadas.
Sobreviven en el espacio
Los tardígrados aguantan condiciones extremas de temperatura de entre 150ºC y 272ºC bajo cero. Además, soportan la presión de las profundidades de los océanos (1.200 atm en el fondo de las Fosas Marianas) y el vacío del espacio (0 atm), por no hablar de la radiación (5000-6200 Gy). De hecho, es el único animal que ha logrado sobrevivir en el espacio exterior, tal como demostró un experimento realizado en 2007 para ver qué tal le sentaba el vacío, el frío y a la radiación de ese ambiente imposible. Cuando lo especímenes volvieron, no solo estaban en perfecto estado, sino que algunas hembras pusieron sus huevos y tuvieron una descendencia sana. Uno de sus secretos, según otra investigación de la Universidad de Tokio, es que poseen un escudo contra los rayos X, una proteína capaz de proteger el ADN y que podría utilizarse en células humanas cultivadas en laboratorio.La resistencia de los tardígrados sugiere a los científicos que la vida es más dura de lo que parece, y que quizás otros organismos parecidos pueden estar desarrollándose en otros mundos donde hasta ahora nos parecía, sino imposible, harto complicado. «La historia de Marte indica que una vez tuvo una atmósfera que podría haber albergado vida, aunque bajo condiciones extremas. Los organismos con tolerancias similares a la radiación y la temperatura a los tardígrados podrían sobrevivir a largo plazo por debajo de la superficie en esas condiciones», señala Abraham Loeb, presidente del departamento de Astronomía en la Universidad de Harvard. De igual forma, los océanos subterráneos que se cree que existen en Europa, luna de Júpiter, y Encélado, satélite de Saturno, podrían tener condiciones similares a los océanos profundos de la Tierra donde también se encuentran los tardígrados.
Los osos de agua, en definitiva, son un ejemplo de que la vida puede aferrarse a las condiciones más difíciles.
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